jueves, 20 de octubre de 2011

ENTRE MUSLOS Y MILENIOS


     Ahora se llevan los shorts ajustaditos (Just tapapotorros) y van luciendo las gaditanas sus mulos en toda su curva, como un istmo que une con su arco duro y terso la pantorrilla anclada a la tierra con un centro vital milenario, oscuro y lleno de historias y deseos. Como el mismo Cádiz, que está y no está, y una línea de arena blanca y canela, como una raya de coca tostada por el sol, lo une con el mundo, le impide navegar, seguir su deriva, su deseo.
     Camino por las calles de Cádiz y evito esos muslos imposibles. Las gaditanas sonríen con malicia, como si supieran, pero no pierden la inocencia, atrapadas en una tierra estrecha, constreñida, pero una tierra sin límites, porque no puede concebirse que el mar limite nada. El mar es como una pista, una lanzadera, y Cádiz, entonces, es una estación provisional hacia el infinito. De Cádiz al cielo, o al mismo infierno, pero el mar de Cádiz no nos dejará en el purgatorio, eso queda descartado. Los gaditanos sabíamos que era un absurdo mucho antes que la iglesia lo eliminara de sus quiméricas topografías.

     ¿Qué estaba diciendo? ¡Ah sí! Uno camina febril por el empedrado de las calles y ve esos muslos estrangulados muy arriba y desvía la mirada hacia los oscuros adoquines sin saber cuánta de esa mierda pringosa no es más que el polvo macerado de los siglos. ¡Qué joven y qué vieja eres, Cádiz!
     Las niñas se sacuden la historia con el bamboleo de sus caderas, sus corvas me sonríen emparejadas, alejándose. Cuando pasan por las obras los martillos neumáticos parecen sisearles entre golpes y la polvareda las sumerge en un gel que las inmortaliza en el tiempo, como un fósil insuflado de sangre, carne, tendones y vida, igualito que una instantánea donde juventud e historia se detuvieran. Un extraño sincretismo entre Stradivarius, Berska y los fenicios se produce entonces. Dura nada, pero las acentúa, las magnifica.
-         Andas muy salido – me dice Pepe, el taxista.
Camino entre el pavée absorto en estas inconexas sensaciones.
-         Han encontrado un esqueleto de un fenicio en el cómico, tú. Valentín, le dicen, ya lo han sacado – me comenta Pepe al acabarse el carajillo.

    
     Cuatro mil años tirado en la arena para salir ahora, en plena crisis, pienso. Igual quería ver los shorts y confundirse entre la historia, el deseo, y unos muslos inalcanzables, como yo.